Pachita, una gran Chamana de Mèxico.


Ensayo “El cuchillo de Pachita”.

“PACHITA”, su verdadero nombre era Bárbara Guerrero nació en Parral (Chihuahua), hacia el 1900 y murió en la Ciudad de México el 29 de Abril de 1979. Fue hija nacida fuera del matrimonio y  abandonada por sus padres al nacer. Adoptada luego por un negro africano llamado Charles, quien cuidò de ella durante 14 años y de quien  aprendió a ver las estrellas y a curar. Cuando Charles, allá por 1914, PACHITA Bárbara Guerrero ingresa a la revolución mexicana y lucha al lado de Pancho Villa… Después fue cabaretera, vendedora de billetes de lotería, cantaba en camiones de paso…Desde chica Pachita aprendió y desarrolló de Charles, su padre adoptivo y guía espiritual,  la capacidad de entrar en trance, que ella describe en sus propias palabras:
“cuando miro un cuerpo veo las partes podridas, desde chica lo hago. Es como un mapa en el que las partes del cuerpo sobresalen y sé.”
Y llega el momento en que Pachita decide operar, asegurando que el espíritu de Cuauhtémoc (último emperador Azteca) se apoderaba de su cuerpo físico para curar a través de ella. Ella lo llamaba “El Hermanito”.
Para sus operaciones siempre utilizó el mismo cuchillo. Un chuchillo de “monte”, con el mango cubierto con “cinta de aislar” ya que estaba roto. Siempre operó sin anestesia o asepsia y acostumbraba abrir a los pacientes con el cuchillo, sacar la enfermedad o cambiar el órgano enfermo o sacar un “daño”. Después de que terminaba de operar, alguno de sus ayudantes, que eran varios, ponía un poco de alcohol en la herida y la cerraban utilizando únicamente las manos, sin sutura. Después se les vendaba la herida y se les envolvía en una sábana que previamente se le solicitaba al paciente que iba a ser operado. Luego de un par de horas de reposo en el mismo cuarto donde se realizaban las operaciones, los enviaba a su casa donde tendrían que guardar cama durante tres días. Al cuarto día se desenvolvían, quitaban la venda, se bañaban y desde ese momento empezaban su vida diaria como siempre, tomando solo el té, hierbas o medicamento que ella les hubiera recetado.
El “hermanito” resaltaba como una parte muy importante de la curación, la indicación de cambiar los patrones mentales que habían inducido el estado de enfermedad. La indicación de incluir pensamientos positivos y de sentirse curado, eran constantemente recordados a los pacientes que visitaban el consultorio.
El “Hermanito” acostumbraba operar en la penumbra, utilizando únicamente algunas velas, porque decía que las luces brillantes dañaban a los órganos del cuerpo.
La fama de Pachita alcanzó todo México y llegó al extranjero. En sus sesiones era frecuente escuchar varios idiomas. Pachita fue una extraordinaria psicoterapeuta y en muchos casos usaba su percepción extra sensorial para poder conocer profundamente a sus pacientes, cuidando la creencias de ellos: a los nativos los curaba con yerbas, y a los extranjeros con medicinas. A los católicos les sugería que rezaran sus oraciones a los Santos y a otras personas les hablaba del poder de la Madre Tierra. Si la persona esperaba algún rito, ella lo llevaba a cabo. Pachita tuvo una gran fuerza psicológica que usaba para convencer a sus pacientes de la curación, por lo que, todas las enfermedades psicosomáticas fueron curadas. Tenía también gran practicidad manual, y algunas enfermedades fueron curadas con quiropraxia. Era visitada por todas las clases sociales, y fue perseguida en varias ocasiones hasta parar en la cárcel.
Lo que es verdaderamente inexplicable es que nunca nadie murió en operación alguna practicada por pachita, y si bien es cierto que algunos pacientes no sanaban del todo, otros lo hacían por completo de enfermedades tan extremas como cáncer terminal, parálisis cerebral o paraplejias.
Sin lugar a dudas, Bárbara Guerrero ocupa un lugar muy especial en la historia de México, siendo uno de los más grandes Chamanes de este país.


Extraìdo del Libro “PACHITA” de JACOBO GRINBERG SYLBERBAUM.

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